Cuna NÁHUAT

Proyecto de inmersión lingüística para salvar el idioma originario náhuat-pipil

La Cuna Náhuat es un programa infantil de inmersión lingüística a la lengua náhuat o pipil para niños indígenas de los municipios de Santo Domingo de Guzmán y Santa Catarina Masahuat. Dicho idioma está en severo peligro de extinción, ya que cuenta con menos de 100 hablantes, todos adultos mayores que viven en situación de pobreza extrema. En este proyecto educativo de recuperación lingüística colaboran la Universidad Don Bosco y la Universidad Pública de Navarra.

Situación del idioma náhuat

La lengua náhuat o pipil es la última lengua indígena que sobrevive en El Salvador de las 8 que se hablaban originalmente en la región al tiempo de la Conquista y Colonia españolas (chortí, pokomame, lenca, cacaopera, chorotega, pipil, xinca y quiché).  Su grado de vitalidad es casi nulo ya que se dejó de hablar en la generación de abuelos por lo que no ha habido transmisión intergeneracional. Los pocos hablantes que sobreviven no sobrepasan los 100 según el último censo oficial (2007) de El Salvador y datos recolectados por investigadores. Esto coloca a la lengua en la categoría de severo peligro de extinción según la clasificación de UNESCO.

Dado el grado de vitalidad de la lengua, el desarrollo de programas para su salvaguarda y revitalización es de carácter urgente. En vista de ello, en el año 2003 se inició un programa de revitalización del náhuat bajo los auspicios de la Universidad Don Bosco. El programa consiste en la formación de maestros en Educación Intercultural y lengua náhuat para que impartan clases de náhuat como lengua extranjera en sus centros escolares. A la fecha, 38 centros escolares participan en dicho programa, atendiendo a más de 5000 niños, niñas y adolescentes. El programa, sin embargo, es limitado ya que no genera nuevos hablantes del idioma sino estudiantes con conocimientos básicos de la lengua debido a la intensidad de las clases que reciben: 1 hora o 2 a la semana. El programa continúa y cumple con el objetivo de hacer conciencia en las nuevas generaciones sobre la importancia de salvaguardar el patrimonio lingüístico-cultural del país.

En vista de la acelerada desaparición de la lengua debido a la muerte de los últimos hablantes, se hacía necesario salvaguardar el idioma para que sobreviviera como una lengua viva; es decir, formar una generación de relevo de nahuaparlantes que sustituyera a la actual. Para ello, se inició en 2010 el programa de inmersión lingüística Cuna Náhuat para niños en edad preescolar. La Cuna Náhuat se fundó en el municipio de Santo Domingo de Guzmán (Sonsonate) por ser el municipio que cuenta con el mayor número de hablantes de náhuat/pipil en el país, lo que propicia la utilización de la lengua en contextos sociales fuera del aula escolar. Hasta 2016, se han atendido a más de 250 niños de la comunidad, quienes han adquirido la lengua náhuat en forma natural de sus maestras indígenas nahuaparlantes, las madres educadoras de la Cuna Náhuat.

Impacto en la comunidad

Además de los logros lingüísticos obtenidos a la fecha con los niños de la cuna, se ha impactado positivamente en la revalorización de la identidad indígena del pueblo. Al iniciar la Cuna Náhuat en 2010, nos encontramos con un amplio sector de la población que consideraba un error tratar de revitalizar el náhuat ya que para ellos la lengua náhuat, y todo lo indígena en general, representaba un pasado al que no querían volver. Por tal razón, se opusieron fuertemente al inicio de la Cuna Náhuat. Sin embargo, después del primer año de funcionamiento, las mismas personas que se oponían, se acercaron a la cuna a solicitar que matriculáramos a sus hijos. Igualmente, la percepción de lo indígena ha cambiado en la comunidad quienes ahora, en su mayoría, abiertamente manifiestan su pertenencia a este grupo étnico. La identidad, el sentido de pertenencia al grupo social es un requisito sin equa non para el éxito de cualquier proceso de revitalización lingüística.

Los resultados obtenidos en la Cuna Náhuat y su impacto en la comunidad son altamente prometedores. Se cuenta con el reconocimiento del Ministerio de Educación como proyecto exitoso y la UNESCO lo ha catalogado como un ejemplo de buenas prácticas de revitalización lingüística. A pesar del éxito del programa, este ha adolecido de la falta de un financiamiento constante para su funcionamiento lo que ha puesto en peligro su continuidad. Sin embargo, desde su apertura en 2010, la Cuna Náhuat no ha dejado de funcionar, gracias al trabajo tesonero de las madres educadoras, los padres de familia y la comunidad en general. Se ha contado, en diversos momentos, con la colaboración de la Alcaldía Municipal del pueblo y el financiamiento del Ministerio de Educación y la Universidad Don Bosco. Para el segundo semestre de 2018, el MINED ha absorbido los costos del personal que labora en la Cuna y la alimentación de los niños. Para 2019, que además es año electoral en El Salvador, y habrá cambio de gobierno, no hay seguridad de recibir de nuevo el subsidio.

Proyección internacional

Dadas las características del programa desarrollado en la Cuna Náhuat, varias instituciones educativas y de investigación la han visitado para conocer el modelo, unos, y para contribuir a su funcionamiento, otros. Desde el año 2012, por ejemplo, estudiantes de magisterio de la Universidad Pública de Navarra han llevado a cabo prácticas solidarias en la Cuna Náhuat. Cada año, desde la primera visita, hemos tenido por un período de tres meses, el acompañamiento de dos estudiantes próximas a graduarse como maestras en la UPNA, quienes se involucran en la educación de los niños y en la formación continua de las madres educadoras. Igualmente, ha habido intercambios académicos entre profesores de la UPNA y de la Universidad Don Bosco en temas relacionados al patrimonio inmaterial y la revitalización lingüística en particular. La similitud histórica de la decadencia de la lengua euskera en tiempos de la dictadura y los esfuerzos para su revitalización a través de las ikastolas y otros programas de base comunitaria con el estado actual de la lengua náhuat y el proceso de revitalización que impulsamos vuelve la relación académica y social entre Navarra y El Salvador más significativa, dada la experiencia  con el idioma vasco en estos procesos, de la cual se puede beneficiar nuestro proceso de revitalización. Igualmente, a través de nuestro socio, el Colectivo El Salvador-Elkartasuna se ha logrado financiar los gastos de funcionamiento de la Cuna con fondos provenientes de la cooperación internacional solidaria de Navarra, como los recibido de los ayuntamientos de Antsoain, Berriozar, Burlada, Irurtzun, Noain y Villava-Atarrabia.

Además, desde su apertura en 2010, la Cuna Náhuat ha sido visitada por numerosos académicos nacionales e internacionales y ha sido considerada como modelo de revitalización para otras lenguas amenazadas de la región. La Universidad Nacional de Costa Rica, por ejemplo, ha iniciado un proceso de revitalización del buglere basado en nuestra experiencia y planean abrir una Cuna Buglé el próximo año. Igualmente, Nicaragua ha considerado, sin éxito hasta el momento, abrir una Cuna Rama como la mejor alternativa para evitar que esa lengua rama desaparezca.

Urgencia del proyecto

Los indígenas pipiles que han mantenido su lengua son adultos mayores cuyas edades oscilan entre los 60 y 90 o más años. Conforman un grupo reducido de hablantes, menos de doscientos, entre hablantes fluidos y semi-hablantes, que se encuentra en situación de pobreza severa, la mayoría en precarias condiciones de salud. La mayoría de los hablantes viven en el municipio de Santo Domingo de Guzmán (Sonsonate); en otros municipios del mismo departamento, como Cuisnáhuat, Nahuizalco y Caluco, se pueden encontrar unos pocos hablantes esparcidos en los caseríos de los alrededores. Dadas sus condiciones de salud y edad, es seguro que en los próximos años tendremos que enfrentar sus muertes, lo cual dejará al país sin hablantes nativos de esta lengua ancestral, perdiendo en forma definitiva el último patrimonio lingüístico autóctono. Por tal razón, es urgente formar a nuevas generaciones de hablantes para que sean los herederos de esta lengua y así salvaguardar para futuras generaciones la lengua náhuat/pipil. La Cuna Náhuat y su expansión a otros niveles educativos representan una esperanza, probablemente la única en estos momentos, de impedir la extinción de esta lengua y, consecuentemente, esta cultura indígena.

Expansión del modelo Cuna Náhuat

El proyecto piloto de la Cuna Náhuat que se inició en 2010 ha demostrado la posibilidad real de revitalizar una lengua moribunda y revalorizar la cultura autóctona si se cuenta con la participación comunitaria y el apoyo institucional. Para el año 2019 se planea escalar el proyecto de la Cuna Náhuat a otra comunidad de origen indígena: Santa Catarina Masahuat. Este municipio está situado a unos kilómetros de Santo Domingo de Guzmán. Limita al norte con Salcoatitán, al este con Nahuizalco, al sur con San Antonio del Monte y Santo Domingo de Guzmán, y al oeste con San Pedro Puxtla y Apaneca. Todas estas poblaciones tienen origen indígena y mantienen sus costumbres. Santa Catarina Masahuat aún cuenta con algunos ancianos que hablan náhuat, aunque se encuentran dispersos en los caseríos circundantes, según manifiestan los habitantes del pueblo. Hay referencia supera la docena, por lo que sus condiciones no son iguales a las de Santo Domingo de Guzmán, donde nació el proyecto.

Contexto

Histórico

Los pipiles llegaron a lo que hoy es El Salvador en diversas oleadas migratorias entre los años 800 y 1300 d.C. desde México huyendo de la tiranía tolteca. En Centroamérica, únicamente subsisten, aunque en forma precaria, los pipiles de El Salvador. A la llegada de los españoles, había importantes asentamientos pipiles en Guatemala y Nicaragua, los cuales no resistieron el dominio español y fueron absorbidos por la nueva cultura dominante hasta desaparecer como pueblo. No existen indígenas guatemaltecos o nicaragüenses que reivindiquen su ascendencia pipil.

La decadencia del pueblo pipil comenzó con la Conquista español, y continuó durante la colonia y en la época posterior a la fundación de la república. El mestizaje durante este período fue salvaje, dando nacimiento a una población mestiza que fue desplazando poco a poco a los indígenas autóctonos. Después de la independencia de España, los criollos terratenientes continuaron la explotación y exclusión de los grupos indígenas, manteniéndolos en situación de extrema pobreza. La agricultura de subsistencia fue la base económica de los grupos indígenas que sobrevivieron. Sus cultivos de subsistencia los hacían en tierras comunales o ejidos. Sin embargo, a mediados del siglo XIX, El Salvador comenzó a sembrar café, el cual se convirtió rápidamente en el principal producto de exportación del país. Los terratenientes de la época lograron que se abolieran los ejidos y tierras comunales para que fueran utilizados para el cultivo del café. Esta expropiación sumió a los indígenas en la extrema pobreza ya que perdieron las tierras en las que cultivaban sus frijoles, su maíz, su chile y todos los productos agrícolas de subsistencia.

La situación socio-económica de los pueblos indígenas fue poco a poco empeorando hasta niveles inaguantables. Ya a finales delsiglo XIX y principios del XX, los pueblos indígenas estaban sumidos en la pobreza extrema. La Gran Depresión mundial había hecho que el precio del café cayera hasta el mínimo, y la estabilidad política y económica del país se veía amenazada. Después de un golpe de estado liderado por los militares contra Arturo Araujo, el General Maximiliano Hernández Martínez, para entonces vicepresidente, asumió el ejecutivo, dando inicio a la dictadura militar que duraría hasta el inicio de la Guerra Civil salvadoreña en la década de 1980. Una de las primeras acciones de Hernández como presidente fue la captura de Farabundo Martí, junto a Mario Zapata y Alfonso Luna, acusados de pertenecer al recién fundado partido comunista. Todos fueron juzgados y ejecutados. El 22 de enero de 1932, los indígenas y campesinos comenzaron un levantamiento general en la zona occidental del país en reclamo de mejores condiciones de vida y para recuperar las tierras que les habían sido expropiadas y que históricamente les pertenecían. Lucharon con machetes, palos y piedras contra la Fuerza Armada de El Salvador. Fueron masacrados inmisericordemente.  No existen datos oficiales sobre el número de bajas indígenas. Algunos datos conservadores indican que el número de bajas fue de 10.000, mientras que otras fuentes menos conservadoras y la tradición oral estiman que en cuestión de días entre 30.000 y 50.000 indígenas y campesinos fueron masacrados. Este es el mayor etnocidio sufrido en el país desde la conquista española. Después de este levantamiento, el dictador Hernández prohibió el uso del náhuat, el cual se consideraba una lengua peligrosa que podía ser utilizada para confabular contra el gobierno. Hablar pipil se convirtió en sinónimo de rebelde y comunista.  A consecuencia de esta percepción del lenguaje, el náhuat no fue transmitido a las nuevas generaciones, para protegerlas de cualquier represión estatal.

Socioeconómico

Varios estudios de organismos nacionales e internacionales muestran que los pueblos indígenas de El Salvador se encuentran en desigualdad de condiciones socio-económicas con respecto al resto de la población del país.

Se puede observar en la Tabla 1 el estado de pobreza y subdesarrollo en el que se encuentran los pueblos indígenas de El Salvador.[1] Por esta razón, estos pueblos han abandonado sus costumbres y su lengua ancestrales y han adoptado la cultura y lengua mayoritarias. La vergüenza de “ser indígena” y las implicaciones sociales que eso ha tenido desde la conquista y la colonia han obligado a los indígenas salvadoreños a negar su identidad cultural y despreciar su ascendencia indígena. Esta negación ha sido especialmente reforzada después de la masacre de 1932 ordenada por el dictador Maximiliano Hernández Martínez.  A partir de esa fecha, ser indígena fue sinónimo de comunista y revoltoso y, por lo tanto, sujeto de represión estatal. Esto forzó la negación de la identidad indígena y el abandono de la transmisión intergeneracional de la lengua. La misma tabla muestra cómo la mujer indígena se encuentra en desventaja al encontrarse abajo del promedio nacional en áreas de desarrollo tales como el acceso al seguro social, el control prenatal, la educación y el desempleo, lo que incrementa las tasas de mortalidad infantil, el analfabetismo y otros indicadores de desarrollo humano. La calidad de vida, en general, de los indígenas es inferior a la del salvadoreño promedio.

Tabla 1: Comparación de Indicadores de desarrollo: promedio nacional y pueblos indígenas

Indicador Promedio Nacional Pueblos Indígenas
    OPS UNICEF
vivienda con piso de tierra 39.4% 86.9% 67.14%
vivienda improvisada 18.2%

 

 

7.33%
sin servicio de agua potable 40% 91.6% 78.36%
sin letrinas 31.7% 37.2% 38.6%
sin servicio de recolección de basura 69.8% 99.7%
hogares en pobreza relativa 25.7% 61.1% 61.1%
hogares en pobreza extrema 18.9% 38.3% 38.3%
mortalidad infantil 35% 42.49% 42.49%
cobertura del seguro social 17% 3.2% 3.2%
cobertura de control prenatal 74.2% 26% 26%
analfabetismo (10-65 años) 21.5% 40.50% 35.24%
tasa neta de escolaridad (1-6 años) 38.6%
tasa neta de escolaridad (7-9 años) 14.21%
tasa de desempleo abierto (por c/100 pea) 7.5% 23.8%
mortalidad infantil (por 1000 n.v.) 35% 42.49% 42.49%

El proyecto se desarrolla en los siguientes municipios.

  1. Santo Domingo de Guzmán (SDG), ubicado en el departamento de Sonsonate, El Salvador, a 180 msnm a 13°42’58.00″N, 89°47’52.00″W. Limita al norte con los municipios de San Pedro Puxtla (Ahuachapán) y Santa Catarina Masahuat, al sur con Acajutla, al este con San Antonio del Monte y la Ciudad de Sonsonate y al oeste con Guaymango (Ahuachapán). El pueblo es de origen precolombino. Su nombre original en náhuat es Huitzapan, que significa “río de espinas” (del náhuat /wiʦ/ = espina, y /’apan/ = rio).

El último censo nacional de El Salvador realizado en 2007 reporta que la población de Santo Domingo de Guzmán es de 7.055 personas, de las cuales el 67.7% vive en el área rural. Además, en este municipio no solo se encuentra la mayor concentración de indígenas en el país, sino también el mayor número de nahuaparlantes. Ninguna otra de las comunidades con presencia indígena marcada del país, cuenta con tantos hablantes. Esta característica vuelve a Santo Domingo de Guzmán el lugar ideal para desarrollar un proceso de revitalización y mantenimiento lingüístico como la Cuna Náhuat.

Santo Domingo de Guzmán también es uno de los municipios más pobres del país. Los indicadores de desarrollo humano muestran que los mingueños están por debajo de la media nacional. Las dos actividades económicas principales son la agricultura y la alfarería artesanal (ollas y comales). Cuenta con atracciones turísticas como el Salto del Escuco en las afueras del pueblo, las cuales no son explotadas turísticamente por las autoridades municipales ni por iniciativas privadas.

  1. El municipio de Santa Catarina Masahuat también se encuentra en el departamento de Sonsonate. Está ubicada a 77.5 Km de San Salvador. De acuerdo al Censo de Población y Vivienda de 2007 tiene 10,076 habitantes; cubre un área de 30,92 km² y su cabecera tiene una altitud de 720 msnm. Está limitado al Norte por Salcoatitán y Apaneca, (Depto. de Ahuachapán), al Este por Salcoatitán y Nahuizalco, al Sur por San Antonio del Monte y Santo Domingo de Guzmán y al Oeste por San Pedro Puxtla y Apaneca (ambos del Depto. de Ahuachapán).


    Ne náhuat shuchikisa – El náhuat florece